El uno no va antes que el dos. En fútbol-sala, el dos es anterior al uno, la pareja siempre está antes que el elemento aislado; sin dos polos no hay chispa, sin dos pies no hay paso, sin dos jugadores no hay pared, sin pared no hay fútbol-sala.
A menudo olvidamos que hay un compañero cerca. Piensas en el yo antes que en el tú, y más cuando te haces profesional y te pagan por dar patadas al balón. Entonces parece que cuantas más patadas des, más importante eres, pero no es así. El balón es casi como el agua, un bien escaso. Quien abusa derrocha esfuerzo y energía. El objetivo es jugar al primer toque. Además, el que domina este juego no es el que conduce el balón, sino los que están lejos, a los que casi nadie presta atención.
Por eso hay que dar importancia a lo que no lo parece: a los minutos de la basura, a los balones que no tienen peligro o al banquillo. Allí hay personajes pintorescos que se resumen en dos actitudes: la 'cara de la víctima', que nos quieren decir "¡Como es posible que el entrenador me haga esto!", y 'la postura de palco', que disfruta en primera fila, con bebida incluida y sin pagar.
Por Julio García (ex jugador de la Selección Española de Fútbol-sala)
lunes, 14 de septiembre de 2009
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